Sin tomarse un tiempo prudencial para evaluar sus respectivas campañas y los pasos a seguir de cara a la segunda vuelta, los derrotados se reúnen, dialogan y promueven apoyos a uno y otro candidato. La premura por una definición parece obedecer a un intento por mantener alineadas a sus huestes ante el desmadre que se avecina. A nadie se le escapa que ningún candidato tiene capacidad de endosar sus votos, sin embargo, las definiciones o acuerdos que ahora se alcancen despejarán el panorama sobre los futuros apoyos en el Congreso, y esa será una carta que aportará confianza a las candidaturas.
Ollanta y Keiko están obligados a desplazarse hacia el centro y eso se logra a partir de morigerar algunos planteamientos, haciendo deslindes necesarios con un pasado incómodo, firmando compromisos y haciendo actos de fe. La clave es ganar confianza en esa parte del electorado que no se siente representado en la segunda vuelta. La definición de las agrupaciones políticas fuera de carrera se traza sobre los dos ejes de la campaña para la segunda vuelta: ¿Qué reformas hacer al modelo económico que no interrumpan el crecimiento y al mismo tiempo beneficie a los olvidados del sistema? y ¿Qué candidato garantiza el respeto a las instituciones democráticas?
El espacio de la centro-derecha, de donde proviene el cortejo de dolientes que dejó la primera vuelta, comienza a disolverse. En la Alianza para el Gran Cambio varios dirigentes ya anunciaron que no votarían por Keiko contrariando a su ex candidato presidencial. Solidaridad Nacional se quedó con sus principales dirigentes fuera del Congreso, y con una bancada con varios tránsfugas que recalaron en el partido cuando Castañeda era un candidato promisorio. El equipo económico de Perú Posible junto con reconocidos profesionales que apoyaron la candidatura de Toledo, levantó campamento y buscan acuerdos con el equipo de Ollanta.
En este juego de definiciones la opción que tome Alejandro Toledo parece central de cara a la segunda vuelta y el próximo gobierno. Ello porque Toledo puede albergar aspiraciones presidenciales en el 2016 si se decide a reconstruir su partido y asume el papel protagónico que la coyuntura le exige. Segundo, a diferencia de PPK, que está al frente de una coalición que sólo podría mantener unida si ganaba la elección y Castañada sin peso propio y con una bancada reducida cuyos votos no son determinantes; Perú Posible tiene votos que serían cruciales en un eventual gobierno de Humala.
Al comenzar la campaña Toledo se colocó al centro del espectro político, pero cuando su intención de voto empezó a caer por un tobogán se sumo al coro que agitaba fantasmas y pedía al electorado no dar un “salto al vacío”, comprometiéndose a defender la democracia ante los peligros que vaticinaba. Pues bien, ahora que Gana Perú quiere llegar a un acuerdo debería aceptar el convite. Si no lo hace, aventura al país a un gobierno sin mayorías en el Congreso, da pie a la tentación autoritaria y traiciona la voluntad de los electores que mayoritariamente se manifestaron por el cambio.
Las ambivalencias de Toledo, que el fin de semana último parecía próximo a un acuerdo con Gana Perú y el lunes afirma “Ni con Keiko ni con Ollanta”, descolocó a buena parte de sus cuadros técnicos y produce un cisma en su partido. La disposición al diálogo de Gana Perú es manifiesta y hay temas en los que no sería difícil establecer un acuerdo mínimo, como el caso de aumentar la tributación minera y emplear esos recursos en programas sociales.
Con los resultados a la vista el primer mandato de las urnas es dialogar y buscar acuerdos.
Toledo tiene la opción de convertirse él y su partido en el fiel de la balanza y por tanto garante del sistema económico e institucional que dice defender, pero por el momento elige ponerse de costado. El fujimorismo estará más que agradecido por el gesto.

Publicado en NoticiasSER.pe - 19 /04 / 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario