Desde perspectivas diferentes, las dos opciones que definirán el próximo fin de semana la segunda vuelta, expresan el reclamo de una mayor presencia del Estado. Keiko, dentro de las coordenadas del modelo neoliberal apuesta al asistencialismo, queriendo paliar las consecuencias que el mismo modelo genera a través de la titulación de propiedades, comedores populares, seguro universal de salud, etc. La promesa de desarrollo con inclusión social de Ollanta también se sostiene, desde una perspectiva de derechos, en una variedad de programas sociales: pensión 65, transformar los wawa wasi en centros de educación temprana, mayores derechos laborales, etc.
Sea quien fuere el ganador de la contienda debemos esperar, a la luz del menú de ofertas que hacen los candidatos, un trabajo de fortalecimiento de las instituciones estatales vinculadas a los temas sociales del país. Sinesio López ha señalado con acierto que el nuestro es un estado hemipléjico, mientras los aparatos económicos como el MEF, SUNAT, SBS, BCR y los ministerios que manejan asuntos económicos tienen un fuerte grado de institucionalización, los aparatos sociales vinculados a los temas de salud, educación, seguridad, justicia y otros, son ineficientes y reciben un presupuesto que les impide mejorar la calidad de los servicios que prestan. Entre estas instituciones figura el RENIEC, que como el resto del aparato social del Estado peruano ha sido descuidado por éste y los gobiernos que le precedieron.
La RENIEC fue creada a mediado de los años 90 con el encargo de crear un sistema nacional e integrado de identificación ciudadana y registro civil, además de confeccionar el padrón electoral para las elecciones. Esa es una tarea que además de inconclusa, se lleva a cabo con notorias deficiencias. La Defensoría del Pueblo, el INEI y organismos no gubernamentales han abordado el tema de la indocumentación en el país afirmando que son cientos de miles las personas que no cuentan con documentos de identidad, las que mayoritariamente viven en las regiones más apartadas del país.
El primer documento de identificación con el que cuentan los peruanos es su partida de nacimiento, el que representa un reconocimiento o declaración de derechos por parte del Estado. En el caso de los niños/as y adolescentes, que no tienen obligación de contar con un documento de identidad hasta la mayoría de edad, la partida de nacimiento es su documento de identificación. A partir de la visibilización del problema de indocumentación que existe en nuestro país algunas ong se han preocupado por el tema promoviendo la documentación de la población.
En una visita reciente al distrito de Lares en la región Cusco pude observar las dimensiones de un problema que, de no actuar con cierta celeridad, tenderá a hacer más difícil la implementación de los programas sociales que el gobierno entrante quiera implementar reproduciendo el ciclo de marginación. Otorgar títulos de propiedad o recibir una retribución a través de pensión 65 es virtualmente imposible si no se cuenta con un documento de identidad.
Los registros civiles en nuestro país están a cargo de las municipalidades, pero funcionalmente dependen del RENIEC quien capacita a los registradores civiles. El problema en distritos como Lares, con mayoría de población quechuablante, es que las partidas de nacimiento contienen faltas ortográficas o sobrescritura que el RENIEC no acepta como válidas para otorgar el DNI. Es decir, la institución encargada de conceder los documentos de identificación rechaza los que el personal funcionalmente a su cargo emite. Para superar el problema de las partidas el RENIEC prevé dos vías de rectificación: una administrativa y otra judicial. Pero la falta de conocimientos legales del personal del registro está haciendo que la mayoría de las rectificaciones vayan por la vía judicial creándole a su vez un problema al juzgado de la región donde se nos informa que el 50% de la carga procesal corresponde a este tipo de trámite.
El distrito de Lares tiene una población que supera ligeramente los siete mil habitantes, el año pasado unas 700 personas comenzaron su trámite de rectificación por la vía judicial. Basta con una simple mirada a los libros de actas de nacimiento para darse cuenta que si el RENIEC no resuelve de manera más eficiente errores nimios, estaría afectando los derechos de la enorme mayoría de la población de uno de los distritos más pobres del país (1).
Resolver judicialmente el problema implica para los habitantes de Lares hacer varios viajes de sus comunidades de origen a la capital del distrito para iniciar el trámite y luego asistir a las audiencias judiciales en Pisac, a varias horas de camino. Hacer el trámite de rectificación de partida es un proceso que lleva meses, se pierden días de trabajo y se gasta dinero en publicaciones, transporte, alojamiento y comida. Esto ha provocado que muchos lo hayan dejado por la mitad, con el resultado de que los pobladores no pueden atenderse en la posta médica del distrito que ahora les exige DNI o no ser beneficiarios del Programa Juntos.
Ojalá que la desidia del actual gobierno de paso a una actitud más comprometida de las próximas autoridades, el abanico de promesas electorales requiere en buena cuenta de hacer más eficiente una institución que sigue sin cumplir los fines para los cuales fue creada. Sin olvidar que se están afectando derechos esenciales de los peruanos como el derecho a la identidad.
Nota:
(1) Según el ranking distrital del IDH elaborado por el PNUD, el Distrito de Lares se encuentra en el puesto 1711 de un total de 1834
Publicado en NoticiasSER.pe - 01/06/2011
El perrito y la calandria son los solidarios testigos de un hombre traicionado, en un viejo tango uruguayo. Cuando adaptan la letra para convertirla en un vals criollo, el perrito y la calandria se vuelven personajes pasivos que sufren la ira del protagonista sin entender porque. ¡¡Vaya al diablo el perrito y la calandria!!... Pero no, que no les da la gana dicen, y buscarán una explicación a través de la historia y la política de su patria adoptiva.
jueves, 2 de junio de 2011
Ajedrez electoral
A tres semanas de la segunda vuelta hay un virtual empate entre Humala y Fujimori, que según Ipsos Apoyo se mantiene con ligeras variaciones desde fines de marzo. Como suele ocurrir, cada quien elige la encuestadora que más le simpatiza, hace cortes de tiempo y ve la evolución de las intenciones de voto del candidato de su preferencia. Concluída la primera vuelta Humala tenía ocho puntos de ventaja sobre Fujimori, que en la última encuesta ya lo superaba por uno. Otros prefieren rebobinar la película a enero de este año cuando Fujimori (49%) duplicaba a Humala (23%) en intención de voto para una eventual segunda vuelta. Hay pues, “tendencias” a gusto del consumidor y cada quien elige la que más le place.
Han quienes afirman que la batalla final será en Lima, y si bien esto tiene asidero, no menos cierto es que, ante un desenlace tan apretado, la diferencia puede venir de cualquier región o segmento socioeconómico. La campaña se ha convertido en un partido de ajedrez con el país como tablero, porque si bien existe cierta estabilidad en las intenciones de voto en la sumatoria general, también ocurre que en las regiones el voto triangula, moviéndose entre uno y otro candidato y la opción en blanco. Así parece haber ocurrido en la última semana donde las preferencias por Humala crecieron en el oriente, mientras que Fujimori lo hizo en el norte y en el centro del país cae, no favoreciendo a su oponente sino aumentando la cantidad de votos en blanco, sin alterar el equilibrio global.
En el afán de ganar el voto de centro ambos candidatos han mudado de discurso y se prodigan en juramentos buscando ser la nueva encarnación del mal menor. Hasta la década de los ochenta el Perú tuvo partidos con algo que se asemejaba a proyectos políticos, había mal que bien una idea de país que permitía la adhesión de los grupos sociales que podían sentirse representados. Pero esa representación partía de una oferta ideológica y programática que los partidos presentaban a los ciudadanos. En tiempos de democracia sin partidos, la pelea por los votos obliga a los candidatos a un travestismo sin fin, donde lo que importa es amoldar la oferta a la demanda. Antes que representar a la ciudadanía los partidos se han convertido en traductores de la opinión pública.
El largo peregrinaje de Humala hacia el centro ha terminado por descafeinar su programa de gobierno en aras de suavizar las aristas más controversiales que le restaban votos en los sectores A/B. De esta manera ajusta su oferta a la demanda de cambios apuntando convencer a quienes votan pensando en su bolsillo. La mayor parte de la ciudadanía ha mejorado su situación económica en los últimos años y nadie quiere que la expansión de la economía se acabe.
Pero si el de Humala ha sido un corrimiento al centro por etapas y entendiendo la política como el arte de lo posible, los giros de timón del fujimorismo son radicales anunciando medidas inverosímiles y efectistas. Como la creación de un organismo para vigilar el cumplimiento de los derechos laborales, se respeten las “8 horas de trabajo” y eliminar el abuso de las services, contrariando su plan de gobierno y la política seguida por su papá. El que la noche del 10 de abril era considerado como “el mejor gobierno de la historia del Perú” en cuestión de días pasó a ser calificado como autoritario por la candidata pidiendo perdón por los errores y delitos cometidos. Si días antes de la primera vuelta hablaba de construir un Museo de la Victoria para reivindicar a quienes enfrentaron al terrorismo, ahora vuelve sobre sus pasos para afirmar que se construirá el Museo de la Memoria.
Los ajedrecistas se mueven por el tablero nacional, mientras peones y alfiles cubren los flancos débiles y atacan al oponente buscando traducir los estados de ánimo de un electorado que no tiene confianza en las instituciones ni en los políticos, y que esta campaña electoral solo ahondará esos sentimientos.
Publicado en NoticiasSER.pe - 18/05/2011
Han quienes afirman que la batalla final será en Lima, y si bien esto tiene asidero, no menos cierto es que, ante un desenlace tan apretado, la diferencia puede venir de cualquier región o segmento socioeconómico. La campaña se ha convertido en un partido de ajedrez con el país como tablero, porque si bien existe cierta estabilidad en las intenciones de voto en la sumatoria general, también ocurre que en las regiones el voto triangula, moviéndose entre uno y otro candidato y la opción en blanco. Así parece haber ocurrido en la última semana donde las preferencias por Humala crecieron en el oriente, mientras que Fujimori lo hizo en el norte y en el centro del país cae, no favoreciendo a su oponente sino aumentando la cantidad de votos en blanco, sin alterar el equilibrio global.
En el afán de ganar el voto de centro ambos candidatos han mudado de discurso y se prodigan en juramentos buscando ser la nueva encarnación del mal menor. Hasta la década de los ochenta el Perú tuvo partidos con algo que se asemejaba a proyectos políticos, había mal que bien una idea de país que permitía la adhesión de los grupos sociales que podían sentirse representados. Pero esa representación partía de una oferta ideológica y programática que los partidos presentaban a los ciudadanos. En tiempos de democracia sin partidos, la pelea por los votos obliga a los candidatos a un travestismo sin fin, donde lo que importa es amoldar la oferta a la demanda. Antes que representar a la ciudadanía los partidos se han convertido en traductores de la opinión pública.
El largo peregrinaje de Humala hacia el centro ha terminado por descafeinar su programa de gobierno en aras de suavizar las aristas más controversiales que le restaban votos en los sectores A/B. De esta manera ajusta su oferta a la demanda de cambios apuntando convencer a quienes votan pensando en su bolsillo. La mayor parte de la ciudadanía ha mejorado su situación económica en los últimos años y nadie quiere que la expansión de la economía se acabe.
Pero si el de Humala ha sido un corrimiento al centro por etapas y entendiendo la política como el arte de lo posible, los giros de timón del fujimorismo son radicales anunciando medidas inverosímiles y efectistas. Como la creación de un organismo para vigilar el cumplimiento de los derechos laborales, se respeten las “8 horas de trabajo” y eliminar el abuso de las services, contrariando su plan de gobierno y la política seguida por su papá. El que la noche del 10 de abril era considerado como “el mejor gobierno de la historia del Perú” en cuestión de días pasó a ser calificado como autoritario por la candidata pidiendo perdón por los errores y delitos cometidos. Si días antes de la primera vuelta hablaba de construir un Museo de la Victoria para reivindicar a quienes enfrentaron al terrorismo, ahora vuelve sobre sus pasos para afirmar que se construirá el Museo de la Memoria.
Los ajedrecistas se mueven por el tablero nacional, mientras peones y alfiles cubren los flancos débiles y atacan al oponente buscando traducir los estados de ánimo de un electorado que no tiene confianza en las instituciones ni en los políticos, y que esta campaña electoral solo ahondará esos sentimientos.
Publicado en NoticiasSER.pe - 18/05/2011
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