sábado, 13 de noviembre de 2010

Nuestros partidos: de la calle al focus group

Veintisiete partidos tienen inscripción vigente para participar en las elecciones de abril del 2011, si bien esto no es muy diferente de lo que ocurriera en elecciones anteriores, cabe preguntarse si existe igual cantidad de visiones de país. La respuesta parece obvia.  A poco menos de un mes del cierre de las inscripciones de alianzas partidarias con vistas a la elección de abril, los peruanos nos informamos por la prensa sobre las conversaciones, contactos, conciliábulos y arreglos por doquier, después de todo, está en juego la sobrevivencia de muchos de ellos, que de no alcanzar el 5% de los votos perdería la inscripción.
La sorpresa la semana pasada la dio el partido aprista anunciando la postulación de Mercedes Araoz. Si bien su candidatura había sido voseada con insistencia, no deja de sorprender su postulación que corta la carrera de otras precandidaturas anunciadas de altos dirigentes apristas (Velásquez Qusquén, Mauricio Mulder, Del Castillo…). Más allá de los problemas internos del partido, es significativo que se elija como candidata a una persona independiente y sin militancia política. No es la primera vez que el partido llama a votar a un candidato ajeno al aprismo, así lo hizo en los 30 con Eguiguren, en  el 45 con Bustamante y Rivero, y en los cincuenta votando a Manuel Pardo. Sin embargo, en esas oportunidades el APRA estaba proscrito. Ahora, que termina un gobierno que puede vanagloriarse de mostrar cifras macroeconómicas  en azul, con crecimiento económico constante y repetir  machaconamente que ha realizado “130 mil” obras, como gusta señalar el presidente, se abstiene de nombrar candidato propio. Algo que no hizo siquiera en el 90, luego de uno de los peores gobiernos de la historia republicana.
Altos dirigentes apristas han explicado que la elección de Araoz se ha realizado utilizando métodos “modernos” y “científicos”, según han señalado esto es, organizando grupos focales cuyos resultados los llevó a tomar la decisión de postular a la ex ministra de economía. No tiene nada de raro que los partidos hagan uso de estas herramientas para auscultar la opinión del electorado, tampoco que en base a ello tomen decisiones políticas, pero de ahí a elegir a un candidato a la presidencia de la república hay un trecho.
Es cierto también que de alguna manera hay que justificar al interior del partido su elección, pero las razones argumentadas para la postulación de la ex ministra de economía, da pistas del actual panorama partidario en el Perú. Por un lado, los partidos políticos son más dependientes de sus caudillos, algo que ha sido una característica casi constante en la política peruana. El Partido Civil, el Constitucional, el Demócrata, la Unión Revolucionaria, la UNO, Acción Popular, y el sinfín de partidos que en el Perú han existido no fueron capaces de sobrevivir a sus líderes. Los votos que del APRA son de García, como los del PPC son de Lourdes Flores y los de Fuerza Social son de Susana Villarán. A ello contribuye la creciente diferenciación social y el impacto masivo de los medios de comunicación. La individualidad de los candidatos es realzada por los medios de comunicación, los que a su vez se han transformado en el lugar privilegiado de la política, como antes lo fue la calle o el Congreso.
Por otro lado, antes que establecer un programa y ofrecer a la ciudadanía una serie de medidas para solucionar los problemas que aquejan a los peruanos, los partidos asumen el rol de traductores del sentimiento popular o sus estados de ánimo. Esto se hace visible en el frenesí que ocupa al Congreso cuando se dan episodios lamentables, como cuando un atraco culmina con la invalidez de una menor, o se produce una seguidilla de accidentes de tránsito; el impacto que esto produce en los medios lleva a los congresistas a actuar; entonces se aumentan las penas y se aprueba un código de tránsito para sancionar a peatones. Así el Congreso cumple con  traducir el estado de ánimo de la población, confundiendo esto con representación. Hablaríamos de representación si existieran propuestas de organización institucional de los intereses de la sociedad civil, pero aumentar penas o inventar nuevas no lo es. La noción de representación en la actualidad se aproxima a la de popularidad, por lo que tendemos a identificar a un dirigente, o partido, como representativo cuando tiene una imagen positiva en el electorado convertido en público o audiencia. Más allá de nuestras dudas, parece creíble entonces que un grupo focal suplante a un congreso partidario.
En ese rol de traductores, los partidos reducen su expresión ideológica, flexibilizan sus programas y estandarizan su imagen. Así como es mejor visto un candidato con perfil técnico y no político como Araoz, también lo es construir alianzas. La idea de partidos que sólo tengan candidatos propios no está bien vista, entonces se tramitan alianzas de última hora, que se ven facilitadas por la desideologización reinante y el culto a la “obra”. No es casual que la idea de proyecto político o de país sean expresiones de anquilosados partidos de izquierda, y es que literalmente corresponden a otro tiempo de la historia política del Perú. Susana Villarán, que se reclama como una mujer de izquierda y tiene en el “tío frijolito” su referente, hizo hincapié en su campaña en discutir aspectos técnicos de su futuro gobierno, como si la conducción del gobierno local no hubiera espacio para la política y ser de derecha o izquierda fuera irrelevante.