Como en el juego de la silla, la música dejó de sonar el sábado 11 (último día para inscribir las alianzas electorales) y todos formaron parejas, tercetos y hasta cuartetos, otros en cambio, patitos feos de la política peruana, se quedaron sin compañía y presumiblemente pierdan su inscripción luego de la próxima contienda electoral. Queda en el aire la pregunta ¿qué criterio rige esta fiebre de alianzas?
Fuerza 2011: con Keiko Fujimori había rechazado la posibilidad de formar alianzas, sin embargo a último momento sumó a Rafael Rey que postulará a la primera vicepresidencia por el fujimorismo, asegurando también la sobrevivencia de su partido. La plancha presidencial, que se completa con Jaime Yoshiyama, no pretende mostrar aristas más suaves ni un lavado de cara, el fujimorismo se reafirma en su pensamiento autoritarismo y reaccionario. Pero convencer a los convencidos no facilita ganar elecciones, aún así tiene un voto duro que ronda en el 20% de las encuestas lo cual le asegura mejorar sensiblemente su representación en el futuro Congreso que se vislumbra atomizado.
Alianza Solidaridad Nacional: tras Luis Castañeda se alinean su partido Solidaridad Nacional junto con Unión por el Perú, Cambio 90, Siempre Unidos y Todos por el Perú. Algunos de los nombrados parecen restar más que sumar, pero también Castañeda gana con su alianza, acrecentando fuerzas en el Congreso. Ahora a la bancada “Comunicore” se ha de sumar la de UPP, que en el actual Congreso preside la comisión de fiscalización, por lo que va a dar una mano en la retaguardia. Integra al congresista Reggiardo proveniente del fujimorismo y Alex González que con su partido logró conquistar cuatro alcaldías distritales en el norte de Lima. Este último coqueteaba con el APRA pero al cortarse la música estaba junto a Castañeda.
Alianza Para el Gran Cambio: el “sancochado” incluye emprendedores, humanistas, sazonados con pensamiento cristiano y evangélico, el PPC pone a sus reliquias y a sus técnicos, y desde el sur vuelve San Román. Todos a bordo de la nave PPK que se pasea sonriente por la ciudad con camisas rosadas. A pesar de que no supera el 3,5% en las encuestas, él luce feliz.
APRA: la candidata oficialista no ha logrado sumar partidos nacionales a su postulación, pero si hará alianzas con movimientos regionales. Lo cual no significa gran cosa, pues todos están en lo mismo y aprovechando que los hay de todos colores: rojos, verdes, azules y amarillos. Mercedes Araoz, busca un sitio codeándose con PPK (ambos tendrían el mismo perfil de cuadros técnicos y cuesta imaginar que diferencias programáticas podrían tener) y buscando pelea con Toledo. Pero a pesar de su empeño (ha caminado asentamientos, servido leche en comedor popular, discurseado frente a la tumba de Haya, etc.) es distraída por los periodistas con asuntos poco agradables como la mano larga de Barrios.
Alianza Perú Posible: Toledo va en alianza con Somos Perú y Acción Popular. En el conjunto de alianzas que se ofrecen en el menú es la que asoma como más natural. Un ramillete de agrupaciones de centro, que no cuestionan el modelo económico y reclaman mayor asistencia para los que el sistema está dejando afuera del festín. Vaya uno a saber qué significa eso de “gobernar con la derecha y repartir con la izquierda”, pero la pretensión es que los votantes lo veamos como el centro. Después de todo, dos ex ministros de su gobierno también postulan, uno por su derecha y el otro por su izquierda.
Fuerza Social: luego del triunfo en Lima no le faltaron pretendientes para el baile, pero prefirió ir sola rechazando los invites de Toledo. Parecía una decisión arriesgada, pero comprensible si creemos en el deseo declarado de afirmar a este partido como una izquierda democrática y liberal. Mantener buenas migas con Toledo no iba a ser difícil, por lo que rechazar la alianza no tenía porque malograr la buena relación que pueden tener Villarán y Toledo si este gana la presidencia. Pero chotear a los pretendientes que venían a diestra y siniestra, más que una decisión meditada parece ser el resultado de una suma de errores. Derrotados quienes querían aliarse con Toledo impulsan a Rodríguez Cuadros, “Nano” Guerra sale por la puerta falsa y bajo el brazo del ex canciller viene la nueva alianza, con el MNI (o Patria Roja) que días atrás estudiaba las condiciones de un acuerdo con Humala. Tierra y Libertad y la Democracia Cristiana (¿?) se suman al frente que ¿renovará la izquierda? Antes de que la música dejara de sonar dieron de baja a los fonavistas, por cuestiones de principios. Esto debemos verlo como una demostración de buenos reflejos, ¿o simplemente como una muestra de improvisación?
Partido Nacionalista: el aire de “ya lo dije yo antes” que muestra Ollanta no se condice con sus magros resultados en las encuestas. Hay varios que quieren cruzar guantes con él pero tiene la rara habilidad de pasar, por momentos, más desapercibido que Castañeda. Mantiene un halo “ultra” a pesar de sus esfuerzos, no porque se haya radicalizado en sus planteos, sino porque todos los competidores se han ido un poco más a la derecha.
Unas asoman como reafirmación de una línea (Fuerza 2011), otras como una confluencia natural ante principios programáticos e ideológicos afines (Alianza Perú Posible), mientras que el resto parecen constituidos por intereses menos prosaicos (Alianza Solidaridad Nacional, Alianza por el Gran Cambio, Alianza Fuerza Social).
El resultado de un mes de conciliábulos ha dejado un panorama paradójico. Quienes más han hecho por desprestigiar a los partidos y la política, el fujimorismo, es el único que se presenta con el perfil ideológico más definido y ello sin armar rompecabezas sumando un emprendedor por aquí, alguien que represente al norte por allá o a la sierra por acá. Una lección que bien podrían aprovechar las fuerzas de izquierda. Porque de lo que se trata es de definir un perfil ideológico que la identifique como fuerza alternativa de cambio y una propuesta con una visión de país a largo plazo, no armar combos para asaltar el cuartel de invierno y confiar en la diosa fortuna.
No basta con proclamarse afines al PT de Lula, al Frente Amplio de Mujica o admirar a Bachelet; por caminos distintos esas izquierdas son (o fueron) gobierno tras una paciente construcción de fuerzas políticas y sociales, y una historia de unidad que se mide en décadas. Haberse sacado la tinka municipal no debería hacer perder el rumbo, marcar un perfil propio y pensar en el futuro.