A pocos días de las elecciones municipales las últimas encuestas anuncian que Susana Villarán encabeza las preferencias de los votantes limeños para ocupar la Alcaldía de Lima. Dos meses atrás la candidata de Fuerza Social aparecía instalada en un tercer lugar y su participación en la contienda electoral no dejaba de ser testimonial en un escenario polarizado entre Lourdes Flores y Alex Kouri. La lideresa del PPC marcó la cancha, trazando una línea que separaba la decencia de la corrupción. La estrategia fue adecuada y rindió frutos, y tal parecía que bastaba con mantener el buen talante, insistir con proclamarse la continuidad de Castañeda y poner piloto automático para llegar a la alcaldía. Sin embargo ocurrió algo imprevisto, el Jurado Nacional de Elecciones aceptó la tacha interpuesta a la candidatura de Kouri en el momento en que arreciaban las críticas a Lourdes por sus vínculos con Cataño.
La salida de Kouri fijó la atención en la candidata de Fuerza Social, súbitamente ubicada en segundo lugar. La derecha más conservadora comenzó una campaña de satanización a la que incompresiblemente se sumó Lourdes, cambiando el talante de su discurso, adoptando la vieja estrategia del miedo. Ataca a su rival por asociarse con la “izquierda radical”, la misma que lleva treinta años participando en elecciones y que como dijera Mirko Lauer, tiene el doble mérito de seguir haciéndolo a pesar de los magros resultados que obtiene. A pesar de que la trayectoria de ambas candidatas se mide en décadas, Susana aparece hoy como la cara nueva de estas elecciones, mientras que Lourdes es la figurita repetida que “bajó” por el premio consuelo. Hoy paga la factura del sentimiento antipolítico y antipartido que ha ganado hace tiempo al electorado.
Para desgracia de Lourdes, los ataques al entorno de su rival vuelven contra ella como un boomerang, al no querer o no saber como deslindar de inesperados apoyos que restan más de lo que suman y por la aparición de los “potoaudios”. Quienes le pusieron el mote de candidata de los ricos en la campaña presidencial del 2006, declararon su simpatía por la pepecista (¿el abrazo del oso?), sumándose al apoyo de Toledo y los guiños de Castañeda. Pero si Lourdes abandono la carrera presidencial por la municipal pensando tener un camino con menos sobresaltos, no previó que esta campaña es la antesala del premio mayor y hay quienes se preparan para jugar el partido de fondo interviniendo en el preliminar. Si queda fuera de carrera ya no será rival en el 2016, y con Villarán en la alcaldía algunos apuestan a golpear a Castañeda desbrozando el camino para el fujimorismo.
Los “potoaudios” son la expresión de una lucha fratricida en la derecha peruana. La idea que promueve el comando de campaña de Lourdes, diciendo que esto muestra el rostro humano de la candidata y que terminará beneficiándola al victimizarla es, por decir lo menos, ingenua. Los audios hasta ahora conocidos dejan ver una candidata irascible que piensa que las encuestadoras confabulan contra ella, que tiene contactos con lobbistas de dudosa reputación apresurados por hacer negocios con la municipalidad y, que desde su entorno se coordinan los ataques de la prensa a su rival. Si en el entorno de Susana hay lobos, en el de Lourdes abundan personajes que podrían figurar como extras en una segunda versión de Thriller.
A casi tres décadas del gobierno de Alfonso Barrantes la izquierda logra reagruparse con una candidata que se proyecta como una opción de cambio responsable y, vaya sorpresa, se reclama de izquierda sin que eso le quite votos. El entusiasmo que Susana ha despertado en la izquierda peruana no debe hacer perder de vista que aquí nadie tiene los votos asegurados, y que si hoy tiene la expectativa real de llegar a la alcaldía se debe tanto a virtudes propias como errores ajenos. Hay quienes piensan que si Susana no gana la alcaldía debiera ubicarse en el partidor de la carrera presidencial. No lo creo. Tras décadas de pensar en atajos y elucubrar asaltos al palacio de invierno, más convendría que siguieran el ejemplo de sus pares brasileños y uruguayos, que cimentaron su camino a la presidencia en la experiencia adquirida gobernando en las municipalidades y gobiernos estaduales, fogueando profesionales y equipos técnicos y mostrando que son una real alternativa de cambio. La izquierda sale del letargo y se moderniza, ojala la derecha siga el ejemplo.
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