miércoles, 27 de octubre de 2010

Los dilemas de Susana


Veintitrés días después de la elección municipal y con la casi totalidad de los votos contabilizados, Lourdes Flores reconoció su derrota poniendo punto final a la incertidumbre. Con ello se cierra también un capítulo crítico para los organismos electorales en nuestro país, que salen de este proceso con serias reservas sobre su actuación. Las modificaciones reglamentarias realizadas por el JNE sobre la confección de actas llevó a que una de cada cuatro en Lima fueran observadas por la ONPE, retrazando el proceso de conteo de votos. Lo insólito de la situación hizo que todas las actas observadas, la enorme mayoría por errores materiales, pasaran a manos del JNE quién dictaminó finalmente que todas eran procedentes. A todas luces la modificación del reglamento sólo contribuyó a demorar el proceso, y a dejar en manos del JNE la resolución final de la elección. No estaría de más preguntarse si esta demora en definitiva no se debe a esa guerra sorda que libran ambos organismos electorales.

El problema con la actuación de la ONPE y el JNE, es que abrió la posibilidad a que ocurriera lo mismo que en el 2006, es decir, que en mesa un candidato (Alan García) pudiera torcer la voluntad popular, como lo denunciara en su momento Lourdes Flores al perder su pasaje a la segunda vuelta. El lento avance diario del conteo comenzó a tomar otro cariz cuando algunos jurados especiales se mostraron más expeditivos que otros en su trabajo, de tal suerte que las actas de los distritos donde ganó la candidata del PPC comenzaron a contabilizarse antes acortando la distancia. Desde este partido además, se animó a la población a creer que el resultado podía ser revertido aumentando la tensión. Si bien es cierto que el margen era pequeño, no menos cierto es que ambos partidos tenían copias de todas las actas y que éstas habían sido publicadas en la página web de la ONPE, por lo que el resultado era conocido por las organizaciones en pugna. Claro, quedaba el trámite de las impugnaciones, pero el JNE ya había adelantado que la falta de firmas, sellos o fecha en las actas, no implicaría su anulación. Y así fue. Cuando el centenar de actas impugnadas fueron validadas por el JNE el PPC tuvo que reconocer la derrota.

Superado ese trance, se abre para Susana Villarán y Fuerza Social un panorama que en principio no luce muy alentador. La hostilidad desplegada contra su candidatura en la campaña no bajó su intensidad durante el conteo, y hace prever que desde el PPC, ganador en algo menos de veinte distritos en Lima, no se le hará sencilla la tarea coordinar con los alcaldes distritales. A lo anterior hay que sumar las críticas que ha recibido por el plantón realizado el lunes, provenientes del presidente Alan García, el premier, el cardenal Cipriani y buena parte de la prensa, los que avizoran no dar tregua a la nueva alcaldesa. Finalmente, el proceso de transferencia se ha demorado con el recuento de votos, y el nuevo alcalde anuncia que se tomará todo el tiempo que corresponda para iniciar la transferencia mientras se siguen negando los pedidos de información que hace Fuerza Social sobre la real situación económica de la Alcaldía. La falta de transparencia en la gestión de Castañeda y la capacidad de endeudamiento casi cubierta, da a entender que la situación en que asumirá el cargo el 1º de enero, le generara no pocos problemas a la gestión que comienza.

Pero como hemos mencionado en artículos anteriores, estas elecciones no fueron más que el partido preliminar del que se juega en abril por el premio mayor, la presidencia de la república. Fuerza Social tiene frente a sí el reto de definir como va a participar en la elección presidencial. La importancia que adquiere esta elección para la novel agrupación, es tener una bancada congresal capaz de respaldar la gestión municipal. El tema es como lograrlo, si en alianza con otras agrupaciones o en solitario. Desde Fuerza Social hay voces que se inclinan por participar en las próximas elecciones apoyando la candidatura de Alejandro Toledo. Así lo hizo Vladimiro Huaroc, ex presidente regional de Junín y uno de los dirigentes que viene trabajando con Villarán desde tiempo atrás.

Por otro lado, dentro de la agrupación hay quienes provienen del Movimiento Tierra y Libertad del padre Arana, tal es el caso de la actual regidora por Lima, Marisa Glave. El último fin de semana se celebró una reunión entre los partidos de izquierda que aspiran a reflotar Izquierda Unida y a la que también asistieron dirigentes del nacionalismo. La decisión de formar una alianza hacia el centro o la izquierda del espectro político se debe tomar en el próximo mes, pues en diciembre vence el plazo para la inscripción de alianzas. El problema es que cualquiera sea la decisión tomada es probable que esto genere la pérdida de militantes por la izquierda o por la derecha.

Queda una tercera opción, y es la de concurrir a la elección en solitario. Hace meses que se menciona a Nano Guerra García como posible candidato de Fuerza Social, y no parece una mala opción para colocar en el espectro político un candidato entre el centro ocupado por Toledo y un ala izquierda que sin Fuerza Social sería etiquetada de ultra y antisistema. El problema con esta opción es que va a generar problemas al interior del partido y recibir el fuego graneado por los dos flancos. La decisión que finalmente tome el partido puede definir el panorama político de la elección presidencial de abril. No será fácil salir bien librado de este dilema, y en ella se puede estar jugando la suerte del primer gobierno municipal de izquierda en treinta años.


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